VERDE QUE TE QUIERO VERDE

El verde siempre se antepone, vigilante, nunca claudica a su lugar, siempre prominente, siempre dominante, siempre verde. ¿Cómo es posible que tengo los ojos puestos en la verdura sinónimo de remordimiento y el completo alejamiento del ser? ¿Cómo puede verde detener el paso de las cosas que fluyen como el tiempo mismo, imparables e inevitables? ¿Cómo puede ser verde el corazón?

Verde son las cosas lógicas, siempre respondiendo a la razón, a los métodos, los procedimientos, la programación, el orden, lo predispuesto, lo que ya está escrito, lo que dicta la ley, lo tradicional, lo convencional, lo que hace la aparente mayoría, lo que no cuestiona, lo que sigue las líneas derechas que conducen a lo anticipado y lo común. ¡Qué fácil ser verde! ¿Puede verde entonar su intuición y darle rienda suelta a su corazón? ¿Termina verde de poner orden en su mundo y contestar todas sus preguntas? ¿Es verde el estado ideal? ¿Puede verde cambiar de color?

Verde es un laberinto de muchos caminos, todos rectos, definidos, dirigidos hacia un destino final ya previsto. Caminar por verde es fácil si se conocen las reglas y los manuales de cómo manejarlo. Ser parte de verde es sencillo si se es verde. ¿Qué pasa cuando verde encuentra otro color? ¿Qué le pasa al otro color cuando se encuentra con verde?

Habiendo encontrado verde significativo y bien verde, el encuentro me ha puesto un poco verde también. Me vuelvo verde pensando en descifrar el verde que me mantiene al margen, y pierdo el color. Paso de rojo a verde, y vuelvo a rojo, pero verde no encuentra otro color aunque lo intenta. Verde siempre será verde aunque le muestre los demás colores y las diferentes posibilidades. Así es verde y yo lo miro en la distancia sin poder evitarlo.