MIS OJOS EN EL

Lo contemplo, y no me canso de mirarlo. Hace tiempo que vengo poniendo mis ojos en él, y todos los días me parece nuevo y diferente, pero tan viejo a la vez. Cada minuto que paso a su lado es un viaje hacia la eternidad, corta y cerca, pasajera y tan larga, palpable a la punta de mis dedos e inalcanzable. Lo miro y me pierdo en su piel que refleja mi amor perdido por él, tan fiero y apacible, como el viento que fluye sin barreras a través del tiempo, y el agua que se escapa por mis dedos sin poderla detener. Quiero darle todo en todo momento, hacerle saber que mi alma se extiende hacia la suya sin remedio, se me crece y se me expande buscándolo, y encontrándolo en mí, muy profundo porque nace de mi esencia que nos une en una sola cosa, en un solo ritmo, en un solo sentir. Lo miro, y él no sabe que lo estoy contemplando con una mirada larga y llena de mí que estoy depositando en sus cabellos como una caricia sutil que casi no se siente, pero que carga la energía de mis adentros. Observo su boca y su sonrisa, tan de él y tan hermosa, que enciende en mis ojos el cielo como una llamarada en el horizonte. Puedo cerrar mis ojos y verlo sin mirarlo, con su imagen gravada en mis pupilas que lo hacen cierto y latente, aun cuando no lo tengo conmigo. El no sabe que lo miro y que su imagen vive en mí como yo misma, porque mora en mí como mi ser. Algún día se enterará de mi mirada y de por qué lo miro…