LA LUZ Y LA MEDIA LUZ

Vi la luz hace algún tiempo. Desde mi perspectiva, realmente creí que la luz que vi era grande y brillante, y sí lo era, en mi túnel de sombras y anhelo de luz, la luz que se asomaba era clara y brillante y me dirigí hacia ella. Era la primera luz en tanto tiempo, y era una luz tan pura y cristalina que me volví hacia ella y decidí seguirla con los ojos cerrados. Creí que esa luz era suficiente, y mis ojos se adaptaron a esa luz que me arropó grande y con fuerza, esa luz frente a mí que miraba sin pensar y con la condición de que no existía otra. Me acostumbré a la luz brillando intensa pero yo sin poder verla y abriendo mis ojos grandes para que penetrara en mí. Y todo estaba bien con la luz tal cual era.

Un día salí de mi luz y me cegó el sol grande y potente. Mis ojos me dolieron y lloraron por la intensidad de la luz que miraba ahora, pero sentí el poder de la luz y quise mirarla, contemplarla, vivir bajo ella, dejar que me quemara. La luz me cegó y luego pude ver mejor, más claro, más brillante, con más exactitud. Me di cuenta de que vivo en media luz. Ver la luz del sol me cambió…

Regresé a la luz tenue de antes, y me di cuenta de que no quiero vivir en la sombra que crea la media luz, que quiero la luz amplia y total del sol. Algo tiene que cambiar.