Aceptación ha sido un tema retante para mí en los últimos tiempos. Me he dado cuenta de que una de las barreras más grandes del ser humano en su evolución personal, profesional, espiritual, emocional, es la aceptación. Sabemos que lo único que tenemos certero en la vida es el cambio. La vida es dinámica y la única constante de la vida es el cambio. Lo sabemos. Lo vemos en nuestros cuerpos a diario. Lo vemos en el mundo cómo diariamente enfrenta nuevos eventos. Lo vemos en nuestros hijos cómo crecen y evolucionan ante nuestros ojos todos los días. Lo vemos en el clima que varía de nublado a soleado, de frío a caluroso. Lo vemos en las estaciones del año cómo van de invierno a primavera a verano a otoño. Lo vemos cómo la vida comienza y termina para muchos, en un mismo día. Lo vemos en el día que no permanece día y se hace noche y día, todos los días. Lo vemos en todo. Sin embargo, a pesar de que nos enfrentamos al cambio a diario, no lo aceptamos. Si llueve nos quejamos porque queríamos un día soleado, a pesar de saber que la lluvia es esencial para la vida y que nos traerá grandes beneficios aun con las contrariedades que pueda provocar. Si hace frío añoramos los días de más calor, a pesar de que el frío mantiene en balance al ecosistema y necesitamos ese balance. Queremos un cambio, de ambiente, de estatus social y económico, de estatus marital, pero al enfrentarnos a la decisión de adoptar ese cambio flaqueamos y nos invade el temor. Ponemos resistencia al cambio, lo cual no hace mucho sentido porque crecemos y vivimos sabiendo que el cambio es inevitable y necesario. Pero aceptarlo es un paso fuerte para muchos.
La aceptación conlleva cambiar nuestros paradigmas con respecto a lo que nos rodea y a nuestro comportamiento. Aceptar que tenemos que cambiar es tarea difícil. Aceptar las consecuencias inmediatas del cambio es arduo porque muchas veces implica incomodidad, sufrimiento, dolor, aun cuando sabemos que ese cambio revelará cosas mucho mejores en el futuro y nos traerá las cosas que queremos al final de cuentas. Si queremos un cambio en nuestro estatus financiero y una mudanza de domicilio es lo que tenemos que hacer para lograrlo, aceptar que esa es la opción más productiva para alcanzar nuestras metas y aceptar vivir con el escozor temporal de la decisión de cambiar muchas veces previene y/u obstaculiza ese cambio. Aceptar que ya no tenemos cierta edad y que la vejez es inminente e imparable, que una relación no funciona en su constitución actual, la muerte aunque certera, y hasta los cambios que traerán beneficios positivos a nuestra vida es tarea difícil. Aceptar es el reto más grande de cambiar. Pero la falta de aceptación solo trae resistencia negativa a un cambio que es necesario o inminente. Y esa falta de aceptación nos trae amargura, estrés, soledad, tristeza, ansiedad; sentimientos los cuales los alimentamos con el temor para dejarlos vivos por tiempo ilimitado.
Durante mi corta experiencia en la vida me he dado cuenta de que el cambio, no solo es constante, sino también necesario y enriquecedor. También durante mis experiencias me he dado cuenta de que el cambio trae consigo un periodo de caos total que no se siente muy bien. Sin embargo, luego de ese caos la vida se desenvuelve revelando el resultado de ese cambio y al final de cuentas siempre es positivo. No aceptar el cambio lo resiste, lo tensa, lo estrecha a su límite. Aceptarlo es asumir la responsabilidad del cambio, ser el líder de ese cambio y manejarlo con nosotros al timón. A pesar de que la aceptación no previene muchos de los malestares del cambio, la aceptación nos pone en control del cambio y nos da la visión de que somos los que decidimos el cambio y/o cómo vivirlo. Muchos cambios son inevitables y están fuera de nuestro alcance y control. Sin embargo, nuestra respuesta a esos cambios, nuestro proceso a través de ellos y el resultado que obtenemos está en nuestro poder decidirlos. Aceptar o no el cambio es nuestra potestad. Cómo lo vivimos es nuestra prerrogativa.
The life, thoughts, feelings, and experiences of a new Latina, from the vane to the profound.
Monday, April 04, 2011
Saturday, April 02, 2011
Estudiar es la llave a una mejor vida
Red de Mujeres Hispanas de Texas brinda becas en su reunión anual
Por Jay Torres
Especial La Estrella Digital
FORT WORTH — En medio de gritos y lágrimas de felicidad, sorprendidas estudiantes recibían las becas que la Red de Mujeres Hispanas de Texas otorgó a manera de premiación en esta ciudad.
La asociación femenina brindó el sábado 26 de marzo más de 300,000 dólares en becas durante su evento anual.
El apoyo a jóvenes estudiantes es una de las principales misiones de esta organización estatal fundada en 1987.
Con un banquete, la sucursal de Fort Worth de la organización conocida por sus siglas en inglés de HWNT, culminó su creciente programa anual Latinas en Progreso con el cual impulsan a mujeres estudiantes de preparatoria a continuar con estudios universitarios.
El valor de este año superó con $50,000 dólares la cifra total de las becas distribuidas el año pasado y líderes de la organización esperan que la cantidad continúe creciendo mientras más familias, universidades y empresas se unan al programa.
Érika Alonso, alumna de la preparatoria Trimble Technical, fue una de las 20 estudiantes del área en recibir la sorpresa al ser nombrada como una de las honradas con becas cuyo valor oscila entre $500 y $40,000.
Alonso recibió la beca de más valor este año ($40,000) la cual fue patrocinada por la Texas Christian University (TCU) y cubre el costo total de su colegiatura durante cuatro años, para su carrera de Enfermería.
Además de TCU, otras universidades del área, como la University of Texas at Arlington (UTA), University of North Texas (UNT) y Texas Woman’s University (TWU), apoyan el programa.
“Sólo tendré que pagar libros y el transporte a la universidad” dijo Alonso.
Excelentes calificaciones escolares, buen comportamiento, un manuscrito y trabajo voluntario son requisitos necesarios para participar en el programa, explican las organizadoras del programa.
Pero el trayecto al éxito no tiene que ser navegado sólo por la estudiante, explica Eva Bonilla, presidenta del comité estatal sobre educación.
Una vez seleccionada, a la estudiante se le asigna una “madrina”, la cual funge como mentora para “navegar” con ella por la carrera académica.
“Sabemos que si educamos a una latina, ella no sólo podrá apoyar a su familia sino también ayudará a toda la comunidad”, dice Bonilla.
La historia de Bonilla y su familia, quienes por años han participado en el programa como patrocinadores y también como quienes reciben los beneficios, es emotiva.
Bonilla obtuvo su diploma universitario de administración de empresas a la edad de 57 años.
Dos de sus tres hijas ya se graduaron y la tercera continuará en la universalidad.
“Para mí la opción de ir a la universidad no estaba disponible”, dice Catarina Bonilla, hija de Eva.
Catarina es una enfermera graduada en el 2005 de la TCU.
Con el programa Latinas en Progreso esperan derribar barreras que evitan que muchas latinas continúen con sus estudios.
“Algunas veces son barreras culturales”, dice Jennifer Treviño, subdirectora de administración de UNT Health Science Center de Fort Worth.
Treviño ayuda a los padres de hijos que por primera vez acuden a la universidad a navegar el sistema educativo.
La familia de Treviño coopera con tres becas de $1,500 cada una.
Otras barreras que con frecuencia enfrentan estudiantes latinas incluyen obstáculos económicos y estatus migratorio.
“Muchas veces los padres no les permiten ir a los hijos a la universidad porque no pueden pagar”, dice Christina Elbitar, presidenta de la HWNT de Fort Worth.
“Y aunque no tengan papeles pueden ir a la universidad”, agrega Eva Bonilla.
Por Jay Torres
Especial La Estrella Digital
FORT WORTH — En medio de gritos y lágrimas de felicidad, sorprendidas estudiantes recibían las becas que la Red de Mujeres Hispanas de Texas otorgó a manera de premiación en esta ciudad.
La asociación femenina brindó el sábado 26 de marzo más de 300,000 dólares en becas durante su evento anual.
El apoyo a jóvenes estudiantes es una de las principales misiones de esta organización estatal fundada en 1987.
Con un banquete, la sucursal de Fort Worth de la organización conocida por sus siglas en inglés de HWNT, culminó su creciente programa anual Latinas en Progreso con el cual impulsan a mujeres estudiantes de preparatoria a continuar con estudios universitarios.
El valor de este año superó con $50,000 dólares la cifra total de las becas distribuidas el año pasado y líderes de la organización esperan que la cantidad continúe creciendo mientras más familias, universidades y empresas se unan al programa.
Érika Alonso, alumna de la preparatoria Trimble Technical, fue una de las 20 estudiantes del área en recibir la sorpresa al ser nombrada como una de las honradas con becas cuyo valor oscila entre $500 y $40,000.
Alonso recibió la beca de más valor este año ($40,000) la cual fue patrocinada por la Texas Christian University (TCU) y cubre el costo total de su colegiatura durante cuatro años, para su carrera de Enfermería.
Además de TCU, otras universidades del área, como la University of Texas at Arlington (UTA), University of North Texas (UNT) y Texas Woman’s University (TWU), apoyan el programa.
“Sólo tendré que pagar libros y el transporte a la universidad” dijo Alonso.
Excelentes calificaciones escolares, buen comportamiento, un manuscrito y trabajo voluntario son requisitos necesarios para participar en el programa, explican las organizadoras del programa.
Pero el trayecto al éxito no tiene que ser navegado sólo por la estudiante, explica Eva Bonilla, presidenta del comité estatal sobre educación.
Una vez seleccionada, a la estudiante se le asigna una “madrina”, la cual funge como mentora para “navegar” con ella por la carrera académica.
“Sabemos que si educamos a una latina, ella no sólo podrá apoyar a su familia sino también ayudará a toda la comunidad”, dice Bonilla.
La historia de Bonilla y su familia, quienes por años han participado en el programa como patrocinadores y también como quienes reciben los beneficios, es emotiva.
Bonilla obtuvo su diploma universitario de administración de empresas a la edad de 57 años.
Dos de sus tres hijas ya se graduaron y la tercera continuará en la universalidad.
“Para mí la opción de ir a la universidad no estaba disponible”, dice Catarina Bonilla, hija de Eva.
Catarina es una enfermera graduada en el 2005 de la TCU.
Con el programa Latinas en Progreso esperan derribar barreras que evitan que muchas latinas continúen con sus estudios.
“Algunas veces son barreras culturales”, dice Jennifer Treviño, subdirectora de administración de UNT Health Science Center de Fort Worth.
Treviño ayuda a los padres de hijos que por primera vez acuden a la universidad a navegar el sistema educativo.
La familia de Treviño coopera con tres becas de $1,500 cada una.
Otras barreras que con frecuencia enfrentan estudiantes latinas incluyen obstáculos económicos y estatus migratorio.
“Muchas veces los padres no les permiten ir a los hijos a la universidad porque no pueden pagar”, dice Christina Elbitar, presidenta de la HWNT de Fort Worth.
“Y aunque no tengan papeles pueden ir a la universidad”, agrega Eva Bonilla.
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