Sunday, May 16, 2010

CULTURA DEL SLOW DOWN

Este artículo me lo envió mi queridísima amiga Waleska Irizarry en el 2006. Me ha tomado tres años y medio leerlo en su totalidad, no porque lea tan lento, ni siquiera porque he aplicado lo que dice el artículo, sino porque mi “falta de tiempo” me había impedido leerlo hasta el final. Si estás en un apuro, te recomiendo que detengas tu tiempo y lo leas. Valdrá la pena. No puedo darle el crédito correcto a la persona quien lo escribió, pues carezco de esa información. Le doy su debido crédito al autor públicamente e invito a la reflexión a través de esta lectura tan profunda.







CULTURA DEL SLOW DOWN


Ya tengo 18 años desde que ingresé a la Volvo, una empresa Sueca. Trabajar con ellos es una convivencia muy interesante. Cualquier proyecto aquí demora dos años para concretarse, aunque la idea sea brillante y simple. Es una regla.


Los procesos globalizados causan en nosotros (brasileños, argentinos, peruanos, chilenos, venezolanos, colombianos, mexicanos, caribeños, australianos, asiáticos, etc.) una ansiedad generalizada en la búsqueda de resultados inmediatos. En consecuencia, nuestro sentido de la urgencia no surte efecto dentro de los plazos lentos de los suecos. Los suecos debaten, debaten, realizan "n" reuniones, ponderaciones, etc. ¡Y trabajan! con un esquema más bien "slow down". Lo mejor es constatar que, al final, esto acaba siempre dando resultados en el tiempo de ellos (los suecos) ya que conjugando la madurez de la necesidad con la tecnología apropiada, es muy poco lo que se pierde por aquí en Suecia.


Lo resumo así:

1. Suecia es del tamaño del estado de Sao Paulo (Brasil).


2. Suecia tiene tan sólo dos millones de habitantes.


3. La ciudad más grande, Estocolmo, tiene apenas 500.000 habitantes


4. Empresas de capital sueco: Volvo, Scania, Ericsson,Electrolux, ABB, Nokia, Nobel.


Nada mal, ¿no? Para tener una idea de la importancia de ellas basta mencionar que Volvo es la que fabrica los motores propulsores para los cohetes de la NASA. Los suecos pueden estar equivocados, pero son ellos quienes pagan mi salario. Por ahora, menciono especialmente que no conozco un pueblo, como pueblo mismo, que posea más cultura colectiva que los suecos.

Voy a contarles una historia corta, sólo para darles una idea:
La primera vez que fui para Suecia, en 1990, uno de mis colegas suecos me recogía del hotel todas las mañanas. Estábamos en el mes de septiembre, algo de frío y nevisca. Llegábamos temprano a la Volvo y él estacionaba el auto muy lejos de la puerta de entrada (son 2000 empleados que van en coche a la empresa). El primer día no hice comentario alguno, tampoco el segundo, o el tercero. En los días siguientes, ya con un poco más de confianza, una mañana le pregunté a mi colega: "¿Tienen ustedes lugar fijo para estacionar aquí? pues noté que llegamos temprano, con el estacionamiento vacío y dejaste el coche al final de todo...". Y él me respondió simplemente: "Es que como llegamos temprano tenemos tiempo para caminar, y quien llega más tarde, ya va a llegar retrasado y es mejor que encuentre lugar más cerca de la entrada a la empresa. ¿No te parece?"


Imaginen la cara que puse. Y con ella fue suficiente para que yo revisara en profundidad todos mis conceptos anteriores. En la actualidad, hay un gran movimiento en Europa llamado "Slow Food". La Slow Food International Association, cuyo símbolo es un caracol, tiene su central en Italia (un espacio en la Internet que es muy interesante, visítalo). Lo que el movimiento Slow Food predica es que las personas deben comer y beber lentamente, dándose tiempo para saborear los alimentos, disfrutando de la preparación, en convivencia con la familia, con los amigos, sin prisa y con calidad. La idea es contraponerse al ánimo del Fast Food y lo que éste representa como estilo de vida. La sorpresa, por tanto, es que ese movimiento de Slow Food está sirviendo de base para un movimiento más amplio llamado "Slow Europe" como resaltó la revista Business Week en una de sus últimas ediciones europeas.


La base de todo está en el cuestionamiento de la prisa" y de la "locura" (generada por la globalización, por el deseo de "tener en cantidad" nivel de vida) en contraposición al de "tener en CALIDAD", "Calidad de Vida" o "Calidad del Ser". Según la Business Week, los operarios franceses, aunque trabajen menos horas (35 horas por semana) son más productivos que sus colegas estadounidenses o británicos. Y los alemanes, que en muchas empresas ya implantaron la semana de 28,8 horas de trabajo, vieron su productividad aumentar en un elogiable 20%. Esa llamada "slow attitude" está llamando la atención hasta de los estadounidenses, discípulos del "fast" (rápido) y del "does it now!" (¡Hágalo ya, apúrese!).


Por tanto, esa "actitud sin prisa" no significa hacer menos ni tener menor productividad. Significa sí, trabajar y hacer las cosas con "más calidad" y "más productividad", con mayor perfección, con atención a los detalles y con menos estrés. Significa retomar los valores de la familia, de los amigos, del tiempo libre, del placer del buen ocio o el ocio constructivo, y de la vida, en las pequeñas comunidades. Del "aquí" presente y concreto, en contraposición contra lo "mundial o global" indefinido y anónimo. Significa retomar los valores esenciales del ser humano, de los pequeños placeres de lo cotidiano, de la simplicidad de vivir y convivir, y hasta de la religión y de la fe. Significa un ambiente de trabajo menos coercitivo, más alegre, más leve y por lo tanto, más productivo, donde los seres humanos realizan, con placer, lo que mejor sabe hacer o dedicación de aprender lo que no sabe.

Es saludable pensar detenidamente en todo esto. ¿Será posible que los antiguos refranes: "Paso a paso se va lejos" y "La prisa es enemiga de la perfección", "Vísteme despacio que voy de prisa" merezcan nuevamente nuestra atención en estos tiempos de locura desenfrenada? Que no sabemos para dónde vamos. ¿Acaso no sería útil que las empresas de nuestra comunidad, ciudad, estado o país, empiecen ya a pensar en desarrollar programas serios de "calidad sin prisa" hasta para aumentar la productividad y calidad de los productos y servicios sin necesariamente perder "Calidad del Ser"?


En la película "Perfume de Mujer" hay una escena inolvidable en la que el ciego (interpretado por Al Pacino) invita a una muchacha a bailar y ella responde: "No puedo, pues mi novio va a llegar en pocos minutos". A lo que el ciego responde: "Pero es que en un momento, se vive una vida", y la saca a bailar un tango. El mejor momento de la película es esta escena de sólo dos o tres minutos.

Muchos viven corriendo detrás del tiempo, pero sólo lo alcanzan cuando mueren, ya sea de un infarto o un accidente en la autopista por correr para llegar a tiempo, o para otros que están tan ansiosos por vivir el futuro que se olvidan de vivir el presente, que es el único tiempo que realmente existe. Todos en el mundo tenemos tiempo por igual, pues nadie tiene ni más ni menos de 24 horas por día. La diferencia está en el empleo que cada uno hace de su tiempo. Necesitamos saber aprovechar cada momento, porque, como dijo John Lennon, "La vida es aquello que sucede mientras planeamos el futuro".

Falta tiempo cuando falta el espíritu de vivir, es un asunto de prioridades, porque no hay un compromiso consigo mismo. Tres factores nos aniquilan: cuando evitamos el riesgo, eludimos la responsabilidad y oponernos a los cambios. Como no tomamos tiempo para nosotros, no podemos dirigir nuestras propias vidas, ni menos la de nuestra familia o nuestros hijos, entonces nos empeñamos en dirigir una ciudad, un estado o una nación.

Felicitaciones por haber conseguido leer este mensaje hasta el final. Hay muchos que lo habrán dejado por la mitad para "no perder tiempo" tan valioso en este mundo globalizado, porque su "brainwash" es que el tiempo es dinero.


¡APRESÚRATE A VIVIR DESPACIO!


FIN

CULTURA DEL SLOW DOWN

Este artículo me lo envió mi queridísima amiga Waleska Irizarry en el 2006. Me ha tomado tres años y medio leerlo en su totalidad, no porque lea tan lento, ni siquiera porque he aplicado lo que dice el artículo, sino porque mi “falta de tiempo” me había impedido leerlo hasta el final. Si estás en un apuro, te recomiendo que detengas tu tiempo y lo leas. Valdrá la pena. No puedo darle el crédito correcto a la persona quien lo escribió, pues carezco de esa información. Le doy su debido crédito al autor públicamente e invito a la reflexión a través de esta lectura tan profunda.




CULTURA DEL SLOW DOWN

Ya tengo 18 años desde que ingresé a la Volvo, una empresa Sueca. Trabajar con ellos es una convivencia muy interesante. Cualquier proyecto aquí demora dos años para concretarse, aunque la idea sea brillante y simple. Es una regla.

Los procesos globalizados causan en nosotros (brasileños, argentinos, peruanos, chilenos, venezolanos, colombianos, mexicanos, caribeños, australianos, asiáticos, etc.) una ansiedad generalizada en la búsqueda de resultados inmediatos. En consecuencia, nuestro sentido de la urgencia no surte efecto dentro de los plazos lentos de los suecos. Los suecos debaten, debaten, realizan "n" reuniones, ponderaciones, etc. ¡Y trabajan! con un esquema más bien "slow down". Lo mejor es constatar que, al final, esto acaba siempre dando resultados en el tiempo de ellos (los suecos) ya que conjugando la madurez de la necesidad con la tecnología apropiada, es muy poco lo que se pierde por aquí en Suecia.

Lo resumo así:


1. Suecia es del tamaño del estado de Sao Paulo (Brasil).


2. Suecia tiene tan sólo dos millones de habitantes.


3. La ciudad más grande, Estocolmo, tiene apenas 500.000 habitantes


4. Empresas de capital sueco: Volvo, Scania, Ericsson,Electrolux, ABB, Nokia, Nobel.


Nada mal, ¿no? Para tener una idea de la importancia de ellas basta mencionar que Volvo es la que fabrica los motores propulsores para los cohetes de la NASA. Los suecos pueden estar equivocados, pero son ellos quienes pagan mi salario. Por ahora, menciono especialmente que no conozco un pueblo, como pueblo mismo, que posea más cultura colectiva que los suecos.


Voy a contarles una historia corta, sólo para darles una idea:


La primera vez que fui para Suecia, en 1990, uno de mis colegas suecos me recogía del hotel todas las mañanas. Estábamos en el mes de septiembre, algo de frío y nevisca. Llegábamos temprano a la Volvo y él estacionaba el auto muy lejos de la puerta de entrada (son 2000 empleados que van en coche a la empresa). El primer día no hice comentario alguno, tampoco el segundo, o el tercero. En los días siguientes, ya con un poco más de confianza, una mañana le pregunté a mi colega: "¿Tienen ustedes lugar fijo para estacionar aquí? pues noté que llegamos temprano, con el estacionamiento vacío y dejaste el coche al final de todo...". Y él me respondió simplemente: "Es que como llegamos temprano tenemos tiempo para caminar, y quien llega más tarde, ya va a llegar retrasado y es mejor que encuentre lugar más cerca de la entrada a la empresa. ¿No te parece?"

Imaginen la cara que puse. Y con ella fue suficiente para que yo revisara en profundidad todos mis conceptos anteriores. En la actualidad, hay un gran movimiento en Europa llamado "Slow Food". La Slow Food International Association, cuyo símbolo es un caracol, tiene su central en Italia (un espacio en la Internet que es muy interesante, visítalo). Lo que el movimiento Slow Food predica es que las personas deben comer y beber lentamente, dándose tiempo para saborear los alimentos, disfrutando de la preparación, en convivencia con la familia, con los amigos, sin prisa y con calidad. La idea es contraponerse al ánimo del Fast Food y lo que éste representa como estilo de vida. La sorpresa, por tanto, es que ese movimiento de Slow Food está sirviendo de base para un movimiento más amplio llamado "Slow Europe" como resaltó la revista Business Week en una de sus últimas ediciones europeas.

La base de todo está en el cuestionamiento de la prisa" y de la "locura" (generada por la globalización, por el deseo de "tener en cantidad" nivel de vida) en contraposición al de "tener en CALIDAD", "Calidad de Vida" o "Calidad del Ser". Según la Business Week, los operarios franceses, aunque trabajen menos horas (35 horas por semana) son más productivos que sus colegas estadounidenses o británicos. Y los alemanes, que en muchas empresas ya implantaron la semana de 28,8 horas de trabajo, vieron su productividad aumentar en un elogiable 20%. Esa llamada "slow attitude" está llamando la atención hasta de los estadounidenses, discípulos del "fast" (rápido) y del "does it now!" (¡Hágalo ya, apúrese!).


Por tanto, esa "actitud sin prisa" no significa hacer menos ni tener menor productividad. Significa sí, trabajar y hacer las cosas con "más calidad" y "más productividad", con mayor perfección, con atención a los detalles y con menos estrés. Significa retomar los valores de la familia, de los amigos, del tiempo libre, del placer del buen ocio o el ocio constructivo, y de la vida, en las pequeñas comunidades. Del "aquí" presente y concreto, en contraposición contra lo "mundial o global" indefinido y anónimo. Significa retomar los valores esenciales del ser humano, de los pequeños placeres de lo cotidiano, de la simplicidad de vivir y convivir, y hasta de la religión y de la fe. Significa un ambiente de trabajo menos coercitivo, más alegre, más leve y por lo tanto, más productivo, donde los seres humanos realizan, con placer, lo que mejor sabe hacer o dedicación de aprender lo que no sabe.

Es saludable pensar detenidamente en todo esto. ¿Será posible que los antiguos refranes: "Paso a paso se va lejos" y "La prisa es enemiga de la perfección", "Vísteme despacio que voy de prisa" merezcan nuevamente nuestra atención en estos tiempos de locura desenfrenada? Que no sabemos para dónde vamos. ¿Acaso no sería útil que las empresas de nuestra comunidad, ciudad, estado o país, empiecen ya a pensar en desarrollar programas serios de "calidad sin prisa" hasta para aumentar la productividad y calidad de los productos y servicios sin necesariamente perder "Calidad del Ser"?


En la película "Perfume de Mujer" hay una escena inolvidable en la que el ciego (interpretado por Al Pacino) invita a una muchacha a bailar y ella responde: "No puedo, pues mi novio va a llegar en pocos minutos". A lo que el ciego responde: "Pero es que en un momento, se vive una vida", y la saca a bailar un tango. El mejor momento de la película es esta escena de sólo dos o tres minutos.

Muchos viven corriendo detrás del tiempo, pero sólo lo alcanzan cuando mueren, ya sea de un infarto o un accidente en la autopista por correr para llegar a tiempo, o para otros que están tan ansiosos por vivir el futuro que se olvidan de vivir el presente, que es el único tiempo que realmente existe. Todos en el mundo tenemos tiempo por igual, pues nadie tiene ni más ni menos de 24 horas por día. La diferencia está en el empleo que cada uno hace de su tiempo. Necesitamos saber aprovechar cada momento, porque, como dijo John Lennon, "La vida es aquello que sucede mientras planeamos el futuro".

Falta tiempo cuando falta el espíritu de vivir, es un asunto de prioridades, porque no hay un compromiso consigo mismo. Tres factores nos aniquilan: cuando evitamos el riesgo, eludimos la responsabilidad y oponernos a los cambios. Como no tomamos tiempo para nosotros, no podemos dirigir nuestras propias vidas, ni menos la de nuestra familia o nuestros hijos, entonces nos empeñamos en dirigir una ciudad, un estado o una nación.


Felicitaciones por haber conseguido leer este mensaje hasta el final. Hay muchos que lo habrán dejado por la mitad para "no perder tiempo" tan valioso en este mundo globalizado, porque su "brainwash" es que el tiempo es dinero.


¡APRESÚRATE A VIVIR DESPACIO!


FIN

Tuesday, May 11, 2010

EMPATIA HACIA LA INEMPATIA

En tiempos recientes he estado pensando mucho en la empatía. Empatía es la capacidad de un ser humano para trascender su propia condición, sus propias limitaciones mentales, emocionales y experienciales, e implantarse en la situación de otro ser humano para verla, sentirla y entenderla desde la perspectiva del otro. Empatía es tener la capacidad de sentir lo que siente la otra persona, simplemente por establecer una conexión extrasensorial y conectarse con lo que la otra persona está viviendo. Es ver la vida o la situación específica a través de la mirada de la persona que la está experimentando y hacer nuestras, por unos instantes, las emociones producto de esa experiencia. Empatía es sentir sin experimentar en carne propia, ya sea por el recuerdo de una situación similar pasada o por la apertura mental, emocional y espiritual de una persona hacia otra que le permite pasar el umbral de la limitación física para unirse al sentimiento de otra y comprender su experiencia casi en su totalidad.



El diccionario de la Real Academia Española define empatía como “identificación mental y afectiva de una persona con el estado de ánimo de otra”. El ejemplo que ofrece el diccionario es “Es buen médico, pero no tiene empatía con sus pacientes”. Aquí vemos la dicotomía de la empatía: no es suficiente “serlo” (cualquiera que esto fuera); necesitamos sentirlo y que otros lo sientan con nosotros. El amor sin empatía se siente como una mesa con una pata más corta que las otras tres: cojea, se siente imperfecta, es difícil comer en ella y disfrutar de la comida, por más rica que esta sea, porque la mesa no es estable. El amor sin empatía se fragmenta. La biblia dice que el amor sin obra no es completo y la obra sin amor es vana. La empatía es una de las obras del amor y sin ella el amor no parece estar completo y no se puede experimentar en su totalidad porque el amor requiere de conexión total, lo cual incluye ser capaz de vivir en extensión y comunión con la persona amada. El amor, inevitablemente, produce empatía. Ante la falta de empatía; ¿puede sobrevivir el amor?

La empatía es un don de muchos seres humanos y la expectativa de muchos. En el mundo animal, muchos seres muestran características de empatía. Podemos decir entonces que la empatía es una capacidad de los seres animados del mundo natural.


Es muy fácil ser empático con la persona que lo es de manera natural con nosotros y con otros. Es fácil reciprocar bajo condiciones similares. Sin embargo, ¿qué pasa cuando otra persona no es empática hacia nosotros? ¿Podemos ser empáticos con la persona que no puede sentir empatía? ¿Podemos ejercer nuestra empatía hacia la falta de empatía de otra persona? ¿Podemos amar a la persona que no siente empatía por nosotros? Y mayor aún, ¿puede existir el amor sin empatía? Ese es el gran reto existencial que me ha invadido en los últimos tiempos de mi evolución espiritual y uno que no se me ha hecho fácil dominar.


Si una persona importante en nuestras vidas no ha desarrollado su capacidad de empatía y por lo tanto no puede otorgarla, y en un momento crucial en el cual esperamos y necesitamos de esa empatía como apoyo emocional no la recibimos, podemos ser empáticos con la “inempatía”? ¿Podemos permanecer en amor con la inempatía? Los más importantes textos espirituales y religiosos nos piden que demos amor aun a aquel que no nos lo da. Que perdonemos al que nos hace mal. Que hagamos bien sin mirar a quién. De acuerdo a esos principios, deberíamos ser empáticos con los “inempáticos”. Yo lo estoy intentando. Y si resulta habré ascendido un importante peldaño espiritual. Sin embargo, ese acto en este momento parece más difícil que tocar el cielo con las manos.