El orgullo es miedo a ser herido. El orgullo es miedo a que otro ser humano tome ventaja con o sin nuestro consentimiento. El orgullo es otra forma de miedo. Cuando una persona siente orgullo o actúa basada en su orgullo, no hace más si no protegerse del miedo de experimentar dolor al envolverse en esa situación o relación. Cuando te dicen “conserva tu orgullo” te están diciendo, protégete del dolor que te puede causar esa relación o esa persona. Recuerda, no hay nada si no el amor y el temor. Lo único que existe en el mundo es el amor y el temor. El amor no da cabida al temor, por ende, el amor no da cabida al orgullo. El amor evoluciona. El orgullo impide la evolución del amor. El amor libera. El orgullo ata a los prejuicios-ideas preconcebidas sobre algo y bajo las cuales actuamos y tomamos decisiones, aun cuando estas ideas sean infundadas, inservibles u obsoletas. Inclusive también cuando estas ideas no contribuyan a nuestro crecimiento.
El orgullo es un escudo para guardarse del dolor, del defraude, de la decepción, de la angustia, de la desilusión, de lo desconocido. Pero también es una barrera que impide mostrar, recibir y experimentar el amor a manos llenas, con plenitud. El orgullo es una falsa ilusión de seguridad y de protección. Es un rasgo humano aprendido, a través del modelaje de otros y a través de las experiencias dolorosas (las cuales también son aprendidas). El espíritu no tiene, no siente orgullo. No actúa con soberbia ni con juegos al escondite. No se resguarda de nada, porque el espíritu es lo que es, y vive en el mundo de lo absoluto. El orgullo es el bloqueo de la condición humana hacia experimentar el absoluto en su máxima expresión a través de la condición física. Deshacerse del orgullo es deshacerse del miedo. Deshacerse del miedo es amar sin límite. El ejemplo del amor por los hijos es el amor más puro que pueda experimentar el ser humano en su condición física en este plano. A pesar de que existe el orgullo en la relación con los hijos (porque lo experimentamos en nuestra capacidad humana, inevitablemente), este orgullo se sobrepasa más rápido y más voluntariamente. Con los amigos se expresa el amor de manera más plena de igual forma. Sin embargo, las relaciones de pareja se prestan mucho para juegos de orgullo. Las parejas que experimentan un nivel de amor más pleno y equilibrado, saben que dejar a un lado el orgullo es fundamental para el funcionamiento y la durabilidad de la relación. Los niños, en su relación con sus padres, no sienten orgullo. Un niño puede ser regañado o castigado por algo, e inmediatamente después de levantado el castigo puede venir a abrazar y besar a sus padres como si nada hubiese pasado. Esto ocurre porque aún no están condicionados para el orgullo. El orgullo es aprendido. No es parte de la condición natural del ser. Por eso decía Jesús que hay que ser como niños para entrar al reino de los cielos. Amar como aman los niños es amar sin condición y con completo abandono. Amar como niño es la clave para amar a todos y la llave hacia la felicidad plena y el reino de lo eterno.
Hay relaciones que vienen a nuestra vida con un propósito, previamente establecido, y cuando se completa ese propósito, esas relaciones parecen terminar. Terminan en su forma física, no obstante la conexión espiritual continua para siempre porque nunca se va. Todos somos parte de un todo. Todos somos uno. Todos surgimos de la misma fuente. Somos indivisibles. Como parte del juego, decidimos qué papel jugará cada persona en nuestra vida. Elegimos las condiciones antes de llegar. Tú puedes recordar quién eres, aun cuando la otra persona no puede. Decide siempre recordar quién eres y recordar quiénes son las otras personas, más allá de lo físico. La sabiduría te hará libre y feliz.