El concepto de libre albedrío es un término abarcador pero confuso. Se dice que Dios nos da libre albedrío, lo cual significa que tenemos el poder de decidir nuestros actos y nuestra vida en general. Sin embargo, muchas religiones afirman que si no cumplimos con los decretos de Dios o de las iglesias (religiones organizadas), sufriremos el castigo furioso y perenne de Dios. Así que Dios nos da libre albedrío (libertad para actuar y decidir), sin embargo nos castiga si no hacemos lo que El dice… Confuso. De acuerdo a esta teoría conflictiva, no tenemos libre albedrío porque tenemos que hacer lo que los decretos o dogmas de una religión indican, de lo contrario nos desgraciamos con Dios.
Lo mismo es cierto para la expresión muy común del cristianismo: “no juzguéis y no seréis juzgados”. De acuerdo a esta aseveración, no estamos llamados a juzgar, ya que el Padre Todopoderoso es el único con la potestad para emitir juicio sobre nuestras acciones. Sin embargo, el emitir juicios es un hábito arraigado en el ser humano. Evidencia de esto está en nuestros propios patrones de pensamiento. Nos decimos o escuchamos en el servicio religioso del domingo “no juzguéis”; no obstante, juzgamos a todos por su apariencia, lenguaje, manerismos, opiniones, procedencia, color, raza, inclinación sexual, estilo de vida y por nuestras propias proyecciones sobre las otras personas, fundada o infundadamente.
Así que nos decimos que tenemos libre albedrío pero con la cláusula de que solo podemos actuar en libertad si nos conformamos a un sinnúmero de reglas que nos dicen qué hacer, cómo actuar, dónde, cuándo, cómo y por qué; y le decimos al mundo que no juzgamos pero lo que verdaderamente queremos decir es que simplemente se lo decimos a otro para que nos crean, cuando en realidad estamos juzgando a todos todo el tiempo.
No quiero decir con esto que las reglas no son necesarias para la sana convivencia en sociedad o que algunos seres humanos, incluyéndome, estamos exentos de emitir juicios. Sin embargo, a nivel profundo, la aplicación de estas dos expresiones en la mejor de nuestras habilidades, nos permite ser más que tolerantes: nos permite ser compasivos con otros y con nosotros mismos.
Todos somos diferentes y por ende, tenemos millones de ideas con respecto a la vida y las cosas. Vivir en armonía con esas millones de ideas no es tarea fácil, sin embargo estamos llamados a no juzgar y a respetar el libre albedrío, haciendo lo propio para mantener nuestro derecho a lo mismo. Lo que para alguien es un crimen o una aberración, para otra persona es la norma. No tenemos que aceptar los actos de otras personas simplemente porque sí, pero en el esquema amplio de la creación, debemos entender que todos tenemos derecho a la libertad y dejar que Dios sea el emisor de juicios, tal y como predicamos.
Lo mismo es cierto para la expresión muy común del cristianismo: “no juzguéis y no seréis juzgados”. De acuerdo a esta aseveración, no estamos llamados a juzgar, ya que el Padre Todopoderoso es el único con la potestad para emitir juicio sobre nuestras acciones. Sin embargo, el emitir juicios es un hábito arraigado en el ser humano. Evidencia de esto está en nuestros propios patrones de pensamiento. Nos decimos o escuchamos en el servicio religioso del domingo “no juzguéis”; no obstante, juzgamos a todos por su apariencia, lenguaje, manerismos, opiniones, procedencia, color, raza, inclinación sexual, estilo de vida y por nuestras propias proyecciones sobre las otras personas, fundada o infundadamente.
Así que nos decimos que tenemos libre albedrío pero con la cláusula de que solo podemos actuar en libertad si nos conformamos a un sinnúmero de reglas que nos dicen qué hacer, cómo actuar, dónde, cuándo, cómo y por qué; y le decimos al mundo que no juzgamos pero lo que verdaderamente queremos decir es que simplemente se lo decimos a otro para que nos crean, cuando en realidad estamos juzgando a todos todo el tiempo.
No quiero decir con esto que las reglas no son necesarias para la sana convivencia en sociedad o que algunos seres humanos, incluyéndome, estamos exentos de emitir juicios. Sin embargo, a nivel profundo, la aplicación de estas dos expresiones en la mejor de nuestras habilidades, nos permite ser más que tolerantes: nos permite ser compasivos con otros y con nosotros mismos.
Todos somos diferentes y por ende, tenemos millones de ideas con respecto a la vida y las cosas. Vivir en armonía con esas millones de ideas no es tarea fácil, sin embargo estamos llamados a no juzgar y a respetar el libre albedrío, haciendo lo propio para mantener nuestro derecho a lo mismo. Lo que para alguien es un crimen o una aberración, para otra persona es la norma. No tenemos que aceptar los actos de otras personas simplemente porque sí, pero en el esquema amplio de la creación, debemos entender que todos tenemos derecho a la libertad y dejar que Dios sea el emisor de juicios, tal y como predicamos.
2 comments:
Estoy de acuerdo con tus observaciones y tu conclusion, pero tengo algunas preguntas para ti. Para las personas que no creen en Dios existe el libre albedrio? Quien determino que el libre albedrio lo otorga Dios? Cual es la relacion entre el Libre Albedrio y la religion? Si las religiones son las unicas que tienen el poder de crear estos dogmas o decretos que funciones tienen los gobiernos? y cual es su relacion con el libre albedrio? Te felicito por tus articulos tan provocativos que nos hacen pensar de una manera diferente. Continua escribiendo que lo haces muy bien!
Sé que no todo el mundo cree en "Dios" o en una fuerza superior. Incluso, muchas personas creen en Dios, sin embargo no están atados a dogmas religiosos. Para mí, existe una gran diferencia entre esos dos: la armoniosa convivencia en este plano en acorde con las reglas naturales para lograr un sano balance con el mundo y con otros, y los dogmas religiosos que dan las guías para la interacción y participación e identificación de un grupo como de tal o cual religión. Hay personas que creen en causa y efecto, otras en la ley de los hombres, otras en la suerte, otras en la anarquía...Algunas personas viven por esas reglas o preceptos al pie de la letra, ya sean religiosos o no...eso es una decisión personal. Por ende, podemos decir que la gente tiene el libre albedrío para creer en lo que quieren y para seguir un grupo de reglas establecidas. Las personas que creen en un libre albedrío dictado por Dios, pueden decidir creer que Dios "castiga" o no. Esto es libre albedrío porque tienen la potestad de decidir qué creer. Las personas que creen en el libre albedrío sin ataduras y sin consecuencias "sobrenaturales" también están ejerciendo su libre albedrío al decidir pensar y actuar de acuerdo a ese pensamiento. Todos los gobiernos desde el principio de los tiempos han ejercido bajo filosofías o creencias religiosas. Podríamos decir que muchos gobiernos hoy día son más autónomos del pensamiento eclesiástico, cualquiera que éste sea, sin embargo, la mayoría de los gobernantes tienen sus ideales religiosos e inevitablemente transpira este pensamiento en sus estilos de liderazgo y sus políticas. El libre albedrío es un concepto individual, y el individuo lo implementa en su vida cotidiana, ya sea en su trabajo, en su sociedad, en su familia o en la manera que ve y se envuelve con su mundo. Todos tenemos el poder de tomar decisiones: dónde vivimos, con quién nos relacionamos, si seguiremos alguna religión, si creemos en Dios o en la ciencia...Todo en nuestras vidas son decisiones, y el poder ejecutarlas es el libre albedrío en acción.
Gracias por tu comentario.
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