Siempre la desnudez me ha parecido una forma natural y normal de experimentar y ser parte del mundo físico. Me encanta la ropa, la moda y el estilo, pero aprecio el regalo tan hermoso de nuestro cuerpo. Nuestras pieles son no sólo un órgano funcional en nuestros cuerpos, sino también nuestra prenda de vestir más única y especial.
Por alguna extraña razón se nos ha inculcado profundamente evitar y negar la desnudez como algo natural y sin malicia. Muchas personas no se detienen a mirar y admirar sus cuerpos sin que surja en sus mentes alguna crítica, muchas veces severa, acerca de cuánto o no sus cuerpos se asemejan a la imagen “enlatada” de lo que se nos ha vendido como un cuerpo perfecto. Por esta razón muchos evitan los espejos, pero tampoco se permiten disfrutar de la libertad de interactuar con sus micro-mundos sin que la ropa esté de por medio.
Habiendo sido criada en una cultura un tanto opresiva con respecto a la sexualidad y el cuerpo humano, siempre me pregunté por qué se castigaba la desnudez y la sexualidad. Aún en la intimidad de un momento privado se me inculcaba a tapar el cuerpo inmediatamente al terminar un baño como si alguna divinidad hubiese estado observando y hubiese podido aplicar un castigo implacable por tan horrendo pecado. ¿En qué momento de nuestra historia como humanidad el cuerpo se convirtió en algo de lo que debemos avergonzarnos? ¿Acaso no es el cuerpo nuestro templo sagrado?
Me encanta la ropa, la moda y el estilo, y estoy totalmente a favor de la ropa. Sin embargo, amo mi cuerpo y el cuerpo humano, y valoro y honro las pieles, curvas, pliegues, celulitis, estrías, flaccidez, rollitos, abundancias, carencias y lo que hace de cada cuerpo algo único y maravilloso. Un buen ejercicio para comenzar a aceptarnos tal cual somos es empezar a aceptar nuestros cuerpos y a sentirnos cómodos con él. A destaparse de vez en cuando, a dormir desnudos (con la ropa al lado por si acaso hay que correr en medio de la noche), a dejar que el agua se nos evapore sola de nuestra piel al salir de la ducha, a caminar desnudos por la casa y a disfrutar de nuestros cuerpos ¡“como Dios nos trajo al mundo”!
Por alguna extraña razón se nos ha inculcado profundamente evitar y negar la desnudez como algo natural y sin malicia. Muchas personas no se detienen a mirar y admirar sus cuerpos sin que surja en sus mentes alguna crítica, muchas veces severa, acerca de cuánto o no sus cuerpos se asemejan a la imagen “enlatada” de lo que se nos ha vendido como un cuerpo perfecto. Por esta razón muchos evitan los espejos, pero tampoco se permiten disfrutar de la libertad de interactuar con sus micro-mundos sin que la ropa esté de por medio.
Habiendo sido criada en una cultura un tanto opresiva con respecto a la sexualidad y el cuerpo humano, siempre me pregunté por qué se castigaba la desnudez y la sexualidad. Aún en la intimidad de un momento privado se me inculcaba a tapar el cuerpo inmediatamente al terminar un baño como si alguna divinidad hubiese estado observando y hubiese podido aplicar un castigo implacable por tan horrendo pecado. ¿En qué momento de nuestra historia como humanidad el cuerpo se convirtió en algo de lo que debemos avergonzarnos? ¿Acaso no es el cuerpo nuestro templo sagrado?
Me encanta la ropa, la moda y el estilo, y estoy totalmente a favor de la ropa. Sin embargo, amo mi cuerpo y el cuerpo humano, y valoro y honro las pieles, curvas, pliegues, celulitis, estrías, flaccidez, rollitos, abundancias, carencias y lo que hace de cada cuerpo algo único y maravilloso. Un buen ejercicio para comenzar a aceptarnos tal cual somos es empezar a aceptar nuestros cuerpos y a sentirnos cómodos con él. A destaparse de vez en cuando, a dormir desnudos (con la ropa al lado por si acaso hay que correr en medio de la noche), a dejar que el agua se nos evapore sola de nuestra piel al salir de la ducha, a caminar desnudos por la casa y a disfrutar de nuestros cuerpos ¡“como Dios nos trajo al mundo”!
As The Day You Were Born
Being Naked
The Daily OM
For most of us, it is probably difficult to remember the last time we were comfortably naked for a period of time longer than 20 minutes or so. Many of us are only naked for the length of time it takes us to shower or bathe. We quickly dry off and put our clothes or pajamas on, without taking even a moment to enjoy the feeling of the air against our bare skin. Most of us learned that this was the way to do things from a young age, and we may not have been exposed to another way of thinking, but many cultures regard nudity as completely acceptable, even in somewhat public settings. If you have ever had the good fortune to assimilate yourself to this way of doing things, you may have found the experience liberating enough to allow it to influence the rest of your life. Perhaps you swam topless in Tahiti or took a sauna in Sweden or Finland. In many American cities, you can find the experience of unselfconscious nudity in a Russian or Korean spa. You may have noticed the lack of vanity in people who are comfortable with their naked bodies. Old ladies and young girls sit side by side, seemingly without concern for how they appear. We see that it is not necessary to hide our imperfections; from cellulite to wrinkles, all is accepted with equilibrium. We can see the beauty and naturalness of our different bodies, accepting ourselves as just right, just as we are. Being naked in front of children can be discussed with your spouse and a plan developed for your family. Children have their way of letting you know when they are ready for a clothes-only family.If this sounds appealing, you might try carving out some time in your day in which you let yourself be naked. You could delay dressing for 10 minutes after your shower, gradually increasing the time to 20 minutes or half an hour. You might also want to try sleeping naked, a sensual delight that is especially wonderful in hot summer months. If you have a private garden, a naked sunbath might be just the thing. Whatever your choice, finding time to be as naked as the day you were born can awaken feelings of contentment, freedom, and self-love.
5 comments:
Un poquito de ropa, no mucha, sólo un poquito, la suficiente como para motivarme a quitársela. Así es como me gusta a mí verla.
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Few clothes, no too much, just only few ones, what is enough to motivate me to take it off her. That's how I like me to see her.
Y sin ropa mucho mejor....
Good morning to you! I hope that all is well and you have a great day!
Great post! Hey, have you been running around naked on your vacation??????
Yes, it is invigorating!!!!
Have a great weekend, my friend!
¡Ja,ja,ja! Me ha hecho gracia eso de dormir desnudos con la ropa al lado por si pasa algo y hay que salir corriendo a media noche. Pero sí, tienes razón en que aceptarnos tal como somos pasa por aceptar nuestro cuerpo, con sus encantos e imperfecciones
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