Un nuevo comienzo
Y una vez más llegó la primavera…Las resoluciones de año nuevo realmente deberían hacerse en la primavera, tiempo en el cual todo reverdece, florece y despierta del adormecimiento natural y cíclico de todo lo vivo. El mundo comienza a parecer activo de nuevo, lleno de vida y energía y feliz de experimentar un nuevo comienzo. Mi alma se contagia de los aires frescos de la primavera y respira la novedad en el ambiente, naciendo de nuevo, saliendo del invernadero para convivir con todo una vez más. ¡Qué bueno que llegó la primavera! Recuerda respirar y absorber la vida que nutre a todos y que nuevamente se hace latente en el aire y en las cosas.
Hoy vestiré de verde mi alma y me uniré al trino de los pájaros en celebración de vida, la vida que nunca termina, la vida que siempre vive y nunca desaparece aunque así lo aparente; la vida que se transforma para siempre darse en todo su esplendor nueva, única y especial.
Y la Vida Continúa…
Pensando en el ciclo de la vida y cómo ésta se manifiesta interminable, siempre resurgiendo, nunca acabando, siempre siendo, veo cómo en el fluir continuo de la vida lo que al parecer termina nutre un nuevo comienzo. Las cosas tienen principio y fin, pero realmente no tienen ni principio ni fin. La vida es una continuación constante de cosas que van y vienen, que aparecen y desaparecen, pero no por ello la vida se acaba. Lo que apreciamos como el fin de algo siempre significa el comienzo de lo nuevo o la continuación de lo que ya habíamos comenzado pero pausamos. En ese momento del final, en el cual parece que la vida se detiene, es el tiempo que necesitamos para cambiar nuestra mentalidad y darnos cuenta de que debemos proseguir o recomenzar. Tenemos ilimitadas oportunidades para vivir y revivir el ciclo incesante de la vida, ya sea viendo este ciclo como uno lleno de comienzos y finales o como uno que perpetuamente se renueva pero que ciertamente no tiene fin, y por ende no tiene primicia.
Me Llamarán Poeta
Aquí dejo un poema de mi preferida, Julia de Burgos. ¿Qué dirán de mí cuando muera (si alguna vez lo hago)? Bueno, ojalá que, como dice Julia, me llamen poeta…
Poema para mi muerte
Ante un anhelo
Morir conmigo misma, abandonada y sola,
en la más densa roca de una isla desierta.
En el instante un ansia suprema de claveles,
y en el paisaje un trágico horizonte de piedra.
Mis ojos todos llenos de sepulcros de astro,
y mi pasión, tendida, agotada, dispersa.
Mis dedos como niños, viendo perder la nube
y mi razón poblada de sábanas inmensas.
Mis pálidos afectos retornando al silencio-
¡hasta el amor, hermano derretido en mi senda!-
Mi nombre destorciéndose, amarillo en las ramas,
y mis manos, crispándose para darme a las yerbas.
Incorporarme el último, el integral minuto,
y ofrecerme a los campos con limpieza de estrella,
doblar luego la hoja de mi carne sencilla,
y bajar sin sonrisa, ni testigo a la inercia.
Que nadie me profane la muerte con sollozos,
ni me arropen por siempre con inocente tierra;
que en el libre momento me dejen libremente
disponer de la única libertad del planeta.
¡Con qué fiera alegría comenzarán mis huesos
a buscar ventanitas por la carne morena
y yo, dándome, feroz y libremente a la intemperie
y sola rompiéndome cadenas!
¿Quién podrá detenerme con ensueños inútiles
cuando mi alma comience a cumplir su tarea,
haciendo de mis sueños un amasijo fértil
para el frágil gusano que tocará a mi puerta?
Cada vez más pequeña mi pequeñez rendida,
cada instante más grande y más simple la entrega,
mi pecho quizá ruede a iniciar un capullo,
acaso irán mis labios a nutrir azucenas.
¿Cómo habré de llamarme cuando solo me quede recordarme
en la roca de una isla desierta?
Un clavel interpuesto entre el viento y mi sombra,
hijo mío y de la muerte, me llamará poeta.
Julia de Burgos
Julia de Burgos